Comentario
LA RUINA DEFINITIVA DE TULA Y DE LOS TOLTECAS
Aquí están las poblaciones que pertenecían a los toltecas, aquellas de las que ellos se habían adueñado, en la gran Tollan. Veinte eran las poblaciones que constituían sus manos y sus pies. Del tolteca eran sus aguas y sus montes. Solamente cuando sucumbió Tollan, entonces obtuvieron de nuevo sus señoríos (los antiguos pobladores de ellas): Pantécatl, Itzcuitzóncatl, Tlematepehua, Tlecuaztepehua, Tezcatepehua, Tecolotépec, Tochpanecam, Cempohualteca, Cuatlachteca, Cozcateca, Nonohualca, Cuitlapiltzinca, Aztateca, Tzanatepehua, Tetetzíncatl, Teuhxílcatl, Tzacanca, Cuixcoca, Cuauhchichinolca, Chiuhnauhteca.
En el año 1-Pedernal [1116 d.C., según la correlación generalmente aceptada], vinieron a acercarse a Tollan, de allá salieron, de Colhuatépec, los toltecas-chichimecas Icxicóhuatl, Quetzaltehuéyac, Tezcahuitzil, Tololohuitzin y los nonohualcas-chichimecas, Xelhuan, Huehuetzin, Cuauhtzin, Citlalmacuetzin.
Todavía por un año estuvieron juntos en paz los toltecas-chichimecas y los nonohualcas-chichimecas.
En el año 2-Caña se disgustaron, se irritaron y fueron a enfrentarse al llamado Huémac.
Los toltecas lo habían encontrado siendo niño, lo habían tomado y lo habían criado y educado.
Seguramente era la ofrenda del dios Tezcatlipoca, su hechura y su vestigio, para que los toltecas-chichimecas y los nonohualcas-chichimecas se destruyeran y se enfrentaran.
Y cuando era ya un joven Huémac ordenó que su casa la custodiaran los nonohualcas. Y luego los nonohualcas le dijeron: --Así será, oh mi príncipe, haremos lo que tú deseas. Así los nonohualcas custodiaron la casa de Huémac. En seguida Huémac pidió mujeres, dijo a los nonohualcas: --Dadme una mujer, yo ordeno que ella tenga las caderas gruesas de cuatro palmos.
Le respondieron los nonohualcas: --Así se hará, iremos a buscar a una de caderas de a cuatro palmos de ancho. Y luego le dan la mujer de caderas de cuatro palmos. Pero Huémac no se contentó. Dijo a los nonohualcas: --No son tan anchas como yo quiero. Sus caderas no tienen cuatro palmos.
Luego con esto se enojaron mucho los nonohualcas. Se marcharon irritados. Los nonohualcas luego fijan sus navajas de obsidiana en trozos de madera.
Así, llenos de disgusto, dijeron los nonohualcas: --¿Quién se está burlando de nosotros? ¿Acaso quiere hacernos sucumbir el tolteca? ¡En verdad nos aprestamos para la guerra, iremos a adueñarnos del que nos da órdenes! Con presteza los nonohualcas dispusieron sus escudos, sus macanas, sus flechas. Ya luego se hace la guerra al tolteca. Unos y otros se matan.
Irritados, los nonohualcas, hacen sufrir al tolteca, a Huémac. Dicen entonces Icxicóhuatl y Quetzaltehuéyac, --¿Por qué con esto se alegran, por qué perecerá el tolteca? ¿Acaso fui yo quien comenzó, acaso fui yo quien pidió una mujer para que luego nos enfrentáramos, nos hiciéramos la guerra? ¡Muera Huémac por causa del cual nos hemos enfrentado...! Cuando Huémac oyó esto, que se ponían de acuerdo los toltecas y los nonohualcas, ya en seguida se va, ya huye. Pronto fueron a perseguirlo los nonohualcas, le dispararon flechas, gritaban detrás de él como si fueran coyotes. En su persecución hicieron que fuera a esconderse en la cueva de Cincalco. Después de que allí se metió, por arriba se apoderaron de él, lo hicieron salir, allí sobre la cueva le dieron muerte.
Cuando murió Huémac, regresaron a Tollan los nonohualcas Xelhua y Huehuetzin y los toltecas Icxicóhuatl y Quetzaltehuéyac.
Y cuando hubieron llegado a Tollan, se convocaron, se reunieron los nonohualcas dijeron: --Venid y oíd qué clase de gente somos. Quizás hemos hecho una transgresión. Ojalá que por causa de ella no sean dañados nuestros hijos y nietos. ¡Vayámonos, dejemos esta tierra! ¿Cómo habremos de vivir? Ya que Huémac nos ha hecho enemigos, nos ha hecho enfrentarnos, abandonemos a los toltecas.
En seguida, en la noche ocultaron todas las pertenencias, lo que corresponde a Quetzalcóatl, todo lo guardaron. Luego empezaron a salir de Tollan...